La funcionalidad de este pequeño (o no tan pequeño) pero desde luego imprescindible mueble, es algo que no debemos infravalorar. Hoy te vamos a dar varios motivos por los que deberías tener un zapatero y algún tip para mantenerlo impoluto. Si dispones de un dormitorio principal estas son las principales ventajas de tener un zapatero:
1. Priorizar el orden
La regla de oro para que cualquier hogar se vea ordenado es que cada cosa tenga su lugar y no haya cosas de por medio. Cuando llegamos a casa, tanto si tenemos 30 y venimos del trabajo como si tenemos 6 y llegamos del colegio, lo primero que queremos hacer es liberar nuestros pies del agobio que suponen los zapatos e ir por casa cómodamente.
Partiendo de esa base, en lugar de pelearnos por no adquirir la costumbre de ir desde la entrada al vestidor y dejar ahí los zapatos, es más eficiente poner las cosas de forma que nos sean prácticas si queremos incorporar nuevos hábitos que duren.
Ser ordenado siempre repercute en tu tiempo y el uso que haces de tu tiempo tiene un impacto directo en tu humor. Si tienes que rebuscar en 3 sitios diferentes para encontrar esos zapatos que quieres llevar hoy porque van a juego con el resto de tu outfit, vas a perder la paciencia a primera hora de la mañana. Una forma fatal de empezar el día. En lugar de eso, puedes almacenar todos tus zapatos en un mismo lugar, de modo que a primera vista ya podrás coger los que desees, sin más complicaciones.
2. Priorizar la limpieza y los buenos olores
Para evitar la acumulación de polvo y ácaros, es conveniente que almacenes tus zapatos, botas, zapatillas de estar por casa y demás.
Por otro lado, está el tema de los olores: hay que recordar, si es que un mal olor de pies no es suficiente recordatorio, que algo que se pasa todo el día puesto en tus pies no debería quedarse de por medio en tu salón o tu entrada, o en los pasillos, sin más. Para que no apeste toda la casa, ¡guárdalo en tu zapatero!
Además, recuerda que conservar las cosas mejor implica que estas durarán más tiempo y eso siempre es positivo en una sociedad tan single use como la nuestra.
3. Un elemento decorativo para tu recibidor
Además de ser tremendamente útil para evitar que los zapatos y bambas se acumulen en la entrada, y de permitirte también ahorrar espacio y facilitar la limpieza, cabe añadir que colocar un zapatero justo en la entrada de tu hogar puede ser justamente el toque que le falta a tu recibidor.
Existen muebles zapateros que son pequeños armarios escondidos en un banco, por ejemplo, que te permiten ganar espacio porque son mobiliario 2 en 1.
4. Una versatilidad fantástica
Si no quieres que lo primero que vean tus invitados sea un zapatero, no pasa nada, ¡porque estos muebles se adaptan a cualquier rincón! Hay multitud de diseños que te permiten situar ese ítem de almacenamiento en un rincón de tu habitación o incluso como cabecero de cama.
5. Fácil de limpiar
No estamos hablando de toda una habitación destinada a ser un vestidor (lo cual también es una buena idea si tienes suficiente espacio en casa, dicho sea de paso) eso es más tedioso de mantener limpio. En el caso de un zapatero, no tiene complicación alguna: da igual si es de madera, plástico, metal o de alguna tela o material más natural como de mimbre, lo único que tienes que hacer es pasarle con cierta regularidad un paño húmedo para deshacerte del polvo y ya está.
Si tienes hijos y vives en familia, esto de tener un zapatero se convierte en un must. En una promoción de obra nueva en Madrid como Alfonso X, es una pena desperdiciar el espacio de esta vivienda en Almagro, con un diseño funcional y vanguardista, por el mero hecho de no almacenar bien algo que usamos a diario. En esta vivienda de obra nueva en Madrid hay varios espacios donde podrías ubicar uno o varios zapateros: en la habitación de tu hijo/a para que no lo tengan todo de por medio, en la habitación de matrimonio (por la misma razón), o incluso en la generosa terraza con piscina privada podrías colocar un zapatero elegante donde guardar todas las deportivas que usáis para hacer ejercicio o para almacenar las chanclas, sandalias y demás calzado de verano cuando toque hacer el inevitable cambio de armario.