Implicar a los más pequeños en las tareas del hogar no es una decisión banal como otras que tomamos a lo largo de nuestra vida: decidir que nuestros hijos deben ser responsables del orden en su habitación, de sus propios enseres, de ellos mismos, etc. implica educarlos en la independencia y favorecer su desarrollo social.
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Existen diferentes modelos educativos por los que unos padres, primerizos o no, pueden optar, pero es importante que el niño tome un papel activo, porque relegarlo a la pasividad y que sean los adultos los que asuman el control de todo no significa quererlos y cuidarlos más; al contrario, sin darnos cuenta estaremos criando pequeños dictadores que en un futuro no muy lejano ni sabrán freírse un huevo.
Modelos educativos como el propuesto a finales del siglo XIX y principios del XX por la pedagoga italiana María Montessori no desmerecen al niño por el mero hecho de no ser un adulto. Es errónea la asociación infancia-incompetencia, los padres deben ver a sus críos como seres potencialmente
Ser un niño, por lo tanto, no implica ser incompetente, ni ineficaz, ni inepto por el mero hecho de tener una corta edad, sino que la ciencia ha demostrado cómo los más pequeños, en realidad, gozan de diferentes períodos sensibles, hasta los seis años aproximadamente, en los que sus mentes son esponjas que van absorbiendo inconscientemente conocimiento. Pero en realidad la comparación se queda corta, porque mientras que las esponjas tienen una capacidad de absorción finita, la mente de los niños no tiene fin por lo que es importante exprimir al máximo estos primeros años que después marcarán su devenir.
Todo ello, no obstante, debemos hacerlo adaptándonos al nivel de desarrollo de nuestro hijo y esta línea suele determinarla, en mayor o menor grado, la edad, aunque no debemos olvidar que cada niño es único y sigue su propia línea de aprendizaje a la que el adulto debe adaptarse sin imponer su voluntad.
De acuerdo con unas horquillas temporales que serán más o menos laxas a la luz del desarrollo de nuestro hijo, los más pequeños de la casa pueden involucrarse en las tareas del hogar desde edades muy tempranas:
En definitiva, toda una serie de hábitos y de pequeños quehaceres que sumados a lo largo de su infancia harán de ellos unos jóvenes comprometidos, responsables y muy seguros de sí mismo si cada vez que realizaban una tarea los premiábamos con refuerzo positivo, tan importante siempre para mantenerlos motivados y para que no abandonen ante el primer intento fallido.
Como ves, vivir en Madrid con niños o en cualquier otra ciudad es toda una responsabilidad. En gran medida la educación será fundamental para que puedan desarrollarse en un ambiente que favorezca su colaboración en las tareas del hogar.
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